Rúcula y yo estábamos en el jardín de mi casita, tomando una deliciosa merienda compuesta de bollos de leche, mermelada de naranaja dulce y te, cuando vimos venir muy agitada a Xibi la ardilla.
Nos contó que hacía dos días esperaba la visita de su amiga Zea Oleander, la hada del color añil, pero la visita no se había producido por que Zea nunca había llegado, estaba muy preocupada y no sabía que hacer, había ido preguntando por el bosque por si alguien la había visto, pero siempre obtuvo una negativa como respuesta.
¿Qué podíamos hacer? Rúcula en ese momento tuvo una idea, ir a visitar al Gran Gnomo.
El Gran Gnomo es el más viejo y sabio de su clan, nos dijo que debíamos ir a buscarla por el bosque, pero más allá de nuestras seguras tierras, cerca de donde habitan los trolls, por que si ningún ser de nuestro bosque la había visto, significaba que se había perdido o la habían capturado.
Armados de mucho valor y suficiente comida, Rúcula y yo nos embarcamos en la misión de buscar a Zea.
Atravesamos nuestro seguro y bonito bosque, para poco a poco adentrarnos más y más en lo desconocido y oscuro, hasta que llegamos al límite de las tierras de los trolls...
El aire era irrespirable, no se oía nada, más que nuestras respiraciones. Estaba empezando a anochecer, íbamos despacio, intentanto pasar totalmente desapercibidos, entonces, de repente, oímos voces de troll, ¡se estaban acercando!
¡Qué miedo!
Por un momento temimos que nos olieran, por suerte, el viento nos ayudó y pasaron sin darse cuenta de nuestra presencia.
Pasamos la noche dentro del tronco seco de un árbol, con un ojo abierto por si de nuevo sentíamos a los trolls.
A la mañana seguimos nuestro camino, no hubo suerte, no encontramos ni rastro de Zea, otra noche que debíamos pasar en aquel tenebroso bosque, donde no habíamos visto ningún ser a parte de los horribles trolls.
Al día siguiente, Rúcula tuvo una inspiración, no habíamos preguntado a los insectos que sí habitaban en ese bosque. ¡Qué gran idea!
Encontramos a una mosca en el filo de una hoja de roble, le preguntamos si había visto a una hada añil y... ¡Bingo!. Hacía 5 días había visto sobrevolar a una por el lago fangoso.
Tendríais que haber visto el lago, que hedor, horrible, como todo aquel bosque. De repente, un fulgor azul, extraño y cálido nos llamó la atención, ¿sería Zea?
Y sí, era ella, atrapada en la tela de una araña.
Nos contó mientras la liberábamos, que se había despistado y no sabía como había ido a parar a aquel bosque, donde prácticamente no se veía el sol, siguió volando intentando salir de allí hasta que sin querer quedó atrapada en la tela.
Ya con ella, volvimos hacía atrás para salir de allí, no os diré que más aliviados al estar con Zea, pero eso no quitó que tuviéramos que volver a pasar la noche en aquel terrible lugar.
Y aquí la tenéis, Zea Oleander, hada del color añil.
Pasará unos días con nosotros y Xibi, la ardilla, hasta que esté recuperada del todo.
Que gran aventura y lo mejor ha sido poder conocer a Zea.
Nos vemos la semana que viene, que la magia os acompañe.
6 comentarios:
Hola!! Como siempre super interesante todo lo que nos cuentas en tu blog :)
Saludos y feliz finde!!
Belinda
Al leer tu historia, te vas metiendo en ella y casi sin darte cuenta te encuentras en medio del bosque, pero ha merecido la pena, por Zea que es muy bonita, espero que se recupere del susto muy pronto y pueda volver a volar.
Feliz finde.... besos.
Pero qué preciosidad el hada y la ardillita... y menuda historia!!! llena de imaginación... :-)))
Sergio y Cristina&Mageritdoll
Preciosa historia y las fotillos preciosas también :D
Besitos
Me alegro que esteis todos biennnnnn despues de esa gran aventura magicaaa!!!! :)
Qué linda historia. Me encanta el nombre de Rúcula :D
Besos.
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